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Basta de andar para un lado y otro de la ciudad, montado en un vocho que se desarregla y tira (cual caballo viejo y jodido) cada tres días geodésicos. Basta también de problemáticas sorpresivas que andan haciéndolo envejecer a uno, nomás desprendiéndole caprichosos fotones de a chingazo, con muda histeria. Poniendo a prueba (a cada rato) las habilidades no adquiridas más que de manera empírica, para seguir generando la fuerza que hace encarar a cualesquier constante cosmológica y mantener el poder de expandirse a placer (según permita la relatividad general).
Ahora se trata de disfrutar a la lluvia esporádica y su gravedad.
Se trata de dejar de pensar en el horizonte de sucesos que nos arrastra irremediablemente al fin del tiempo tal como se conoce.
Hoy no sabemos nada y ni nos importa. En fin que lo que nos rige son simples teorías impuestas por personas con mentes oriundas de allende Próxima Centauri.
Así pues, feliz feliz no cumpleaños a mí... y a tú.