Anteayer me dio una tos de King Kong con tuberculosis que casi hizo que me desmayara. Me llevaron a urgencias, me subió la presión y la chingada, me pusieron oxígeno (porque no podía caminar bien, ni respirar) y me mandaron a casa a reposar. Dormí con fiebre y desperté sudándola. Luego me inyectaron dos veces (porque me recetaron inyecciones como para vacunar a una escuela primaria completa, incluyendo a los de la limpieza) y al otro día no fuí a la escuela (eso estuvo perfecto porque además me salvé de un exámen bien canijo). Acudí a consulta con un doitor bien buena onda (el Dr. Ponce), el cual me dijo que ya estaba mejor y que dejara a un lado las inyecciones (¡Gracias a Dios!) porque ese era un remedio para casos poderosos (o sea, si parece morir), pero a cambio me recetó tomar 4 millones de pastillas y como 3 galones de jarabes asquerosos: benzonatatato de no sé qué jodidos, ambroxol oxolovan, trimetoprima y sulfametoxazol, naproxadoneno antisemita monocoardio y paracetamol a lo pendejo. Mal pedo... parezco viejito tomando ese cóctel de salud cada 6 horas.
Tal vez el lado amable sea que después de consumir esa cantidad de medicamentos voy a quedar tan sano que no me va a volver a doler nada nunca... ¡nunca!... o quizá me convierta en adicto y me salga pior el remedio que la enfermedad... Bueno, lo que sí es chido es que mis nalgas se salvaron de muchas picoteadas de aguja con penicilina (que duelen bastante) y que me chifla la faringe cuando respiro por la boca.
Rola pal post: "Bach Is Dead" de The Residents.
Y como dijo alguien: "Lo que no te mata, te hace más juerte." (¿Será cierto?)