De las libertades, las decisiones y mi versión del Yo.
Yo podría ser lo que quisieras que sea. Yo podría lograr convertirme en eso que satisfaga todas tus necesidades. Complacerte en todos los aspectos, y tal vez incluso en todos los caprichos.
Trabajando duro se logra cualesquier propuesta, y sé que tengo y puedo con la capacidad de trabajar duro y lograr lo que me proponga, o propongan. Además, bien se sabe que es más fácil alcanzar un propósito cuando se tiene por bien definido.
Yo podría bajar las estrellas más dulces o derrotar al más feroz de los nihilistas... Yo puedo hacer esas cosas sin necesidad de alma.
Pero hasta esta fecha y de esa manera, no se trata de condescendencias. No siempre hay cabida para un Yo entre esas alegorías.
Yo, por lo tanto y por lo pronto, busco estar lo mejor posible, no importa qué pase o pueda pasar; creo que lo merezco al igual que cualquiera.
Esa es la primera de las libertades puestas a elección. La segunda es decidir buscar alguien con quien compartir destinos, ya sean estos agradables, o en ocasiones no tanto, pero nuestros al fin.
Entonces, puede que luego vengan las complacencias, las sensaciones y las maravillas que quizá aún no conocemos por completo... Quizás...