Ellos eran poesía
de lo profundo del alma.
Ellos nunca salían
porque soñaban en calma.
Tenían siempre pretextos,
y se reían, y se enojaban.
Llegaban tarde a cada evento
pero al final se reconciliaban.
La música era la guía
a la que Ellos rezaban.
No hay vida sin armonía,
tampoco se equivocaban.
Se sentían admirados
y en ocasiones lo eran,
por sus seres amados,
gente de fuera
y soles contados
en otras banderas.
Eran parte de los astros
de noches de Luna llena,
eran pájaros reprimidos,
eran de sangre y de arena.
Ellos no pretendían,
ni siquiera intentaban.
Ellos poco querían,
pero se conformaban.
(Escuchando a Ave Lira)